Hay momentos definitorios en todas las sociedades. Son esos momentos que marcan un antes y un despuès.
Algunos de esos momentos son especialmente traumáticos y dejan marcas perdurables.
En Europa la Segunda Guerra Mundial fue la útlima de las conflagraciones que involucraron a casi todos los países del continente (si no contamos la breve contienda Intra Yugoleslava de hace casi una década). En el viejo continente las atrocidades se venían desplegando desde hacía siglos, sin embargo la Segunda Guerra Mundial traspasó todos los límites.
El fenómeno del nazismo y del fascismo, los campos de concentración, y la bomba atómica en Hiroshima, (que no obstante estar fuera del continente europeo incidió directamente en las mentes y corazones del viejo continente), dejaron huellas perdurables, dieron lugar a la división ideológica del mundo en dos grandes bloques, y obligaron al permanente recuerdo de lo sucedido para evitar su reiteración con los Juicios de Nuermberg de por medio.
Por el mismo motivo la dictadura del 76 resulta un fenómeno singular y determinante en nuestra historia. Sabemos que fue la última de una larga serie de interrupciones dictatoriales del orden constitucional,pero que superó con creces todo lo anterior.
Porque las torturas, la represión, y hasta la muerte por motivos políticos ya habían sucedido y muchas veces en la historia argentina, pero nunca antes se había aplicado en forma sistemática una metodología del terror que involucrara la desaparición forzada de personas.
Los campos de concentración masivos, la desestructuración política, económica, social y cultural de la Argentina no había tenido precedentes.
Y es entonces que cabe preguntarnos ¿Hasta donde llega la larga sombra de la dictadura?
De un lado se puede decir :Los militares perdieron, porque perdieron ideológicamente.
Los cabecillas de la Junta Militar fueron llevados a juicio y condenados.
Las traiciones posteriores al juicio a las Juntas, como la obediendia debida, el punto final y los indultos, fueron una a una desactivadas merced a la lucha de los organismos de derechos humanos. En el caso del indulto, por ejemplo se está estudiando derogarlo definitivamente mediante un decreto presidencial.
Hoy mas allá de los bolsones autoritarios que pueden de tanto en tanto favorecer electoralmente a un Rico, a un Patti, o a un Bussi, es claro que una eventual dictadura militar no constituye una salida para la inmensa mayoría de la sociedad argentina. Basta como muestra la crisis del 2001 que en otro tiempo hubiese dado lugar a un golpe de Estado en forma indudable, para dar testimonio de que algo importante cambió en la sociedad argentina.
Esta situación no es únicamente atribuible a un contexto internacional hostil a las dictaduras militares.
Pensemos que en Santiago de Chile aún hoy una de sus principales avenidas se llama "11 de Setiembre" rememorando el Golpe de Estado protagonizado por Pinochet a Salvador Allende, o que en Uruguay la mayoría se pronunció a favor de la llamada "ley de caducidad" que eximió de responsabilidad a los represores del país vecino.
Esto es indudablemente una batalla cultural ganada por los organismos de derechos humanos.
Pero la sombra de la dictadura se hace presente en otros aspectos de la realidad.
El declarado propósito del autodenominado "Proceso de Reorganización Nacional" era justamente "reorganizar" la realidad argentina para que una "verdadera democracia" pudiese funcionar efectivamente.
Una "verdadera democracia", significaba que el voto y las manifestaciones populares no diesen lugar a salidas "marxistas" o "populistas".
Esto significa que cada vez que los beneficiarios de la política económica que se ha venido aplicando desde entonces hasta ahora destruyeran una nueva conquista popular el pueblo no reaccionara y aceptara pasivamente cada una de las pérdidas que iba sufriendo.
Que a lo sumo las reacciones fueran espasmódicas y que conculyeran en un nuevo retroceso.
Y así tuvimos Sourrouille, Hiperinflación, Cavallo, leyes flexibilizadoras, desocupación, contratos basura, entrega del patrimonio nacional,todo ello no sólo ante la pasividad, sino con la complacencia de la mayoría de la ciudadanía.
En el vacío que creaba cada uno de éstos avances se anulaba todo proyecto colectivo y solidario, y se lo reemplazaba con una nueva apuesta al pensamiento mágico, o con la opción por el clientelismo, el individualismo acomodaticio, o lo que como herencia de la dictadura se expresa notoriamente en la culpabilización de las víctimas.
Así los trabajadores de empresas privatizadas despedidos son "vagos" a los que se debía despedir, los desocupados que piden subsidios son "vivdores" o los padres de "Cromañón" "no cuidaron a sus hijos" como decía la dictadura respecto de las Madres de Plaza de Mayo.
La pobreza es naturalizada o negada según el caso y para neutralizar algunas de sus inevitables consecuencias,o se inventa a un "Blumberg" para sancionar ridículas leyes que transforman al Código Penal en un collage mamarrachesco e irracional.
En ese sentido, pensemos que la dictadura aún está ganando, porque aparte de los desaparecidos del 76/83 que por medio de sus familiares han luchado por la justicia que merecen están los desaparecidos de siempre que hoy son muchos más, y que no tienen nadie que los defienda.
Volviendo al principio, a aquello de que la dictadura del 76 es nuestra Segunda Guerra Mundial.
En el año 69, o sea 30 años después de iniciada la Segunda Guerra Mundial Europa consolidaba una economía capitalista pero que, Keynessianismo mediante, generaba un reparto relativamente equitativo de la riqueza. No obstante esa abundancia la juventud aspiraba a una sociedad mejor , solidaria y justa, de allí lo que un año antes había sucedido en Francia y en otros países europeos.
En nuestro caso, 30 años después del inicio de la dictadura, nos consolamos con saber que los milicos nunca más van a volver.
Pero cada vez que en chico muere de hambre, que la clase política se muestra corrupta e inepta, que los podersos acumulan mas riquezas y que Doña Rosa justifica todo pienso que los Nazis siguen ganando la guerra y que la dictadura va ganando la batalla cultural.
Edukator
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