lunes, noviembre 06, 2006

El 17 Brumario de Moyano y el Pata Medina, y la respuesta popular en Misiones y en otros lugares

Ante ciertos acontecimientos cabe preguntarse si se trata de un episodio pasajero, de una mera anécdota, o si, por el contrario, se trata de algún indicio de tendencias mas profundas con algún índice de perdurabilidad.

Lo sucedido el 17 de Octubre en San Vicente, fue precedido por el secuestro de Jorge Julio López ( que aún no ha sido esclarecido), la vuelta a la ruta de los asambleístas de Gualeguaychú, y la derrota de Carlos Rovira, el gobernador de Misiones en el plebiscito que convocara con ambiciones reeleccionistas, y algunos acontecimientos gremiales que sucedieron por fuera de las estructuras de la CGT.

Si estos hechos son analizados con la corta mira electoral que caracteriza a la opinión pública argentina, no vale la pena que sean siquiera comentados.

Si se observa un poco más, se puede distinguir si es que manifiestan tendencias latentes y profundas que existen en la sociedad.

DE NUEVO EL 18 BRUMARIO

En el comentario inicial que hiciéramos en la post anterior sobre los acontecimientos de San Vicente citamos una frase de "El 18 Brumario de Luis Bonaparte" de Karl Marx.

En verdad la cita era fragmentaria, la frase completa es la siguiente:"Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa. Caussidière por Dantón, Luis Blanc por Robespierre, la Montaña de 1848 a 1851 por la Montaña de 1793 a 1795, el sobrino por el tío. ¡Y a la misma caricatura en las circunstancias que acompañan a la segunda edición del Dieciocho Brumario!"

Pero a continuación comienza a distinguir diferentes evocaciones del pasado que según diferentes circunstancias adquieren diferentes significados, así párrafos mas adelante agrega:"La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su exilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal."

En lo sucesivo va brindando diferentes ejemplos a saber:"Así, Lutero se disfrazó de apóstol Pablo, la revolución de 1789-1814 se vistió alternativamente con el ropaje de la República romana y del Imperio romano, y la revolución de 1848 no supo hacer nada mejor que parodiar aquí al 1789 y allá la tradición revolucionaria de 1793 a 1795. Es como el principiante que ha aprendido un idioma nuevo: lo traduce siempre a su idioma nativo, pero sólo se asimila el espíritu del nuevo idioma y sólo es capaz de expresarse libremente en él cuando se mueve dentro de él sin reminiscencias y olvida en él su lenguaje natal."

O sea hay movimientos históricos que encuentran su legitimación en símbolos extraídos de la tradición histórica.Mas adelante se advertirá que estas citas son para diferenciar esas "evocaciones" de aquella que practicaba Luis Bonaparte, alias Napoleón III.

En los casos citados en primer término para Marx:"La resurrección de los muertos servía, pues, para glorificar las nuevas luchas y no para parodiar las antiguas, para exagerar en la fantasía la misión trazada y no para retroceder ante su cumplimiento en la realidad, para encontrar de nuevo el espíritu de la revolución y no para hacer vagar otra vez a su espectro."

Pero para las revoluciones como la que pretendía Marx la situación debía ser otra y lo expresa en los siguientes términos: "La revolución social del siglo XIX no puede sacar su poesía del pasado, sino solamente del porvenir. No puede comenzar su propia tarea antes de despojarse de toda veneración supersticiosa por el pasado. Las anteriores revoluciones necesitaban remontarse a los recuerdos de la historia universal para aturdirse acerca de su propio contenido. La revolución del siglo XIX debe dejar que los muertos entierren a sus muertos, para cobrar conciencia de su propio contenido. Allí, la frase desbordaba el contenido; aquí, el contenido desborda la frase"

Esto pensaba Marx a mediados del siglo XIX. Ahora bien ¿Qué sucede en el siglo XXI?, y mas aún ¿Qué sucede en nuestro país?

LA POESÍA DEL PASADO.

En el siglo XX diversos movimientos siguieron obteniendo su "poesìa del pasado".

Salvo la Revolución Rusa que quería dar la sensación de que rompía con todo lo precedente (antes de Stalin por supuesto), en líneas generales, los movimientos de liberación nacional, y las experiencias populistas obtuvieron su simbología de épocas fenecidas.

Fidel Castro apeló en parte a Bolivar y a José Martí, y en parte a la República Española para hallar sustento a sus pretensiones, la Revolución Nicaragüense, originariamente marxista apeló al liberal-nacionalista Augusto César Sandino para convocar a grandes sectores, mas cerca de nosotros y con un sentido complejo y difuso encontramos movimientos que apelan al Islam en el enfrentamiento que mantiene el mundo árabe con el pan-europeísmo.

En la Argentina también se apeló en muchas ocasiones a simblogía prestada:

Así buena parte de los jóvenes revolucionarios de los añs 60 y 70 apelaron al peronismo y en parte al cristianismo como forma de lograr consenso para objetivos presuntamente socialistas o leninistas.

La oposición anti-peronista apelaba a los "aliados" de la Segunda Guerra Mundial, o al antirrosismo del siglo XIX, lo que motivó como respuesta el "rosismo" a ultranza de muchos intelectuales peronistas y filo-peronistas.

Estas evocaciones buscaban dar contenido a nuevas pretensiones, en muchos casos con sentido trasnformador, y con sentido reaccionario en otros,pero parafrasenado a Marx no prentendían parodiar aquello que evocaban.

LA PARODIA.

Pero Marx manifestaba la diferencia en lo que hace a la evocación paródica de un "pasado glorioso" respecto de los casos en los que apelar a la simbología del pasado tenía el sentido de "proyectarse hacia adelante".

La parodia a la que se refería era aquella de la que era testigo en estos términos: "Todo un pueblo que creía haberse dado un impulso acelerado por medio de una revolución, se encuentra de pronto retrotraído a una época fenecida, y para que no pueda haber engaño sobre la recaída, hacen aparecer las viejas fechas, el viejo calendario, los viejos nombres, los viejos edictos (entregados ya, desde hace largo tiempo, a la erudición de los anticuarios) y los viejos esbirros, que parecían haberse podrido desde hace mucho tiempo".

Porque para Marx las revoluciones burguesas y las proletarias poseían notorias diferencias asï:"Las revoluciones burguesas, como la del siglo XVIII, avanzan arrolladoramente de éxito en éxito, sus efectos dramáticos se atropellan, los hombres y las cosas parecen iluminados por fuegos de artificio, el éxtasis es el espíritu de cada día; pero estas revoluciones son de corta vida, llegan en seguida a su apogeo y una larga depresión se apodera de la sociedad, antes de haber aprendido a asimilarse serenamente los resultados de su período impetuoso y agresivo. En cambio, las revoluciones proletarias como las del siglo XIX, se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás."

Vemos entonces que la revolución para Marx no parecía ser ese acontecimiento individual en el que todo se resuelve, sino un conjunto un complejo de actos, un entrelzamiento dialéctico de acciones.

JUAN DOMINGO CAJÓN.

Lo que sucedió en San Vicente, la reciente derrota del candidato oficial Carlos Rovira en Misiones, la vuelta a la ruta de los asambleístas de Gualeguaychú, y la todavía no esclarecida desaparición de Jorge Julio López constituyen síntomas profundos de algo que está sucediendo en nuestra sociedad que no debe ser subestimado.

Si lo de San Vicente es considerado a la luz de la interna sindical, no se podrá ver su significado profundo, lo propio sucede con el resto de las acciones que no fueron destinadas a Solá, a Kirchner o a alguien en particular, sino que reflejan tendencias profundas de una sociedad en crisis que en donde pugnan intereses y se adquieren avances y retorcesos permanentes en las conciencias de las personas.

Pero para analizar lo que sucedió debemos retroceder unos años hasta la crisis del 2001/2002..

FIN DE FIESTA.

No importa cual haya sido el disparador. Si fue el "corralito", el fallido intento de De la Rúa por declarar el estado de sitio, o una conjunción de factores, lo cierto es que la crisis de diciembre del 2001, que se prolongó en los años subsiguientes, fueron el entierro de aquella falsa fiesta de los años 90.

Desde entonces esta sociedad no fue la misma, y, como suele suceder en estas situaciones, mostró lo mejor y lo peor de sí.

Mostró por una parte lo peor de sí en aquellos que sólo salieron a la calle cuando su dinero quedó "acorralado" en el banco, pero olvidaron todo y sobre todo la solidaridad con los piqueteros cuando recuperaron las dos terceras partes de lo que habían invertido en dólares.

También lo hizo cuando comenzó a pedir "mano dura" y fue detrás de las marchas de Blumberg, o cuando los sectores medios decían que la policía no debía reprimir a la "gente normal", cuando escuchaba Radio 10, o cuanco un 25% de votantes volvió a emitir su sufragio a favor de Menem.

Pero mostrò lo mejor de sì al deliberar en las calles, al responderle a la desocupaciòn con las empresas recuperadas, al responder a la pobreza con el trueque, al constituir nuevos movimientos sociales como los piqueteros, o los "ambientalistas" .

En todo ese marco se produjeron todos los hechos que conocemos desde la caìda de De La Rùa hasta la convocatoria a elecciones por parte de Duhalde tras el asesinato de los piqueteros Kosteki y Santillán.

El posterior recupero del ciclo ecnòmico, el famoso "crecimiento asiático", como su precedente el "veranito" no hundieron a la sociedad en el optimismo bobalicón de los 90, o de la "plata dulce" de Martínez de Hoz. La sociedad respira con un poco de alivio el haber salido del peor momento de la crisis, pero sabe, tal como lo reconoce el mismo Presidente que aún está en el "infierno".

La aceptación de Kirchner surgió del rechazo a Menem a falta de mejores opciones, y fue de algún modo fruto del movimiento "Que se vayan todos", aunque apostando por un político del tradicional Partido Justicialista.

¿QUE PASABA EN LAS ALTURAS?

M
ientras tanto las diferentes fracciones de la clase dominante jugaba a un juego parecido al que describía Marx en el libro que estamos comentando.

Respecto del movimiento que derrocò al Rey Luis Felipe Marx se expresaba en estos términos:"A la monarquía burguesa de Luis Felipe sólo puede suceder la república burguesa; es decir que si en nombre del rey, había dominado una parte reducida de la burguesía, ahora dominará la totalidad de la burguesía en nombre del pueblo. Las reivindicaciones del proletariado de París son paparruchas utópicas, con las que hay que acabar. "

Agrega que la mayor parte de la burguesía cuestionaba a la "aristocracia financiera" y se identificaba como republicanos, su voz era un respetable medio de prensa "Le National", que salvando las distancias de tiempo y lugar se puede decir que cumplió una función análoga a la de Clarín o Página 12 durante el "Menemato".

Pero un movimiento inesperado los deposita en el poder tal como lo señala Marx en estos términos:"La fracción burguesa republicana, que había venido considerándose desde hacía mucho tiempo como la legítima heredera de la monarquía de Julio vio así superadas sus esperanzas más audaces, pero no llegó al poder como soñara bajo Luis Felipe, por una revuelta liberal de la burguesía contra el trono, sino por una insurrección sofocada a cañonazos, del proletariado contra el capital. Lo que ella se había imaginado como el acontecimiento más revolucionario resultó ser, en realidad, el más contrarrevolucionario. Le cayó el fruto en el regazo, pero no cayó del árbol de la vida, sino del árbol de conocimiento"

En nuestro país el bloque de poder que había apoyado el modelo menemista comienza a agrietarse desde 1998 al inicio de la crisis.

En un primer momento se trataba de un cuestionamiento genérico contra la "corrupción", y por ende del apoyo a la "Alianza" que terminó triunfando.

Luego irrumpieron otros actores: El sector Moyanista de la burocracia sindical, la corporación política de Duhalde- Alfonsín, los "empresarios nacionales".

Respecto de estos últimos se recuerda a De Mendiguren, esbozando un discurso casi revolucionario contra el sector financiero durante todo el 2001 acusándolos de no generar riqueza y de apropiarse de la riqueza ajena.

Los Bancos, como se recuerda recibieron un importante salvataje, la devaluación favoreció notablemente al campo dedicado a la soja, y a la exportación industrial, los industrailes por otra parte fueron premiados con la pesificación de sus deudas con el auxilio de De Mendiguren, y las retenciones a las exportaciones llenaron las arcas estatales, generando el supreavit fiscal demandado por los organismos de crédito.

El PJ entre tanto salvó la ropa, con lo que el bloque dominante se recompuso.

EL TRAJE DE CAMPORA

En todo este contexto asume Kirchner, con escasa legitimación al principio, y como "mal menor" frente a la posibilidad del retorno de Menem.

Debía encontrar una legitimación, y la encontró invocando el breve período en que Hector J Cámpora fue Presidente.

Kirchner debía legitimarse, ello implicaba: seducir a los sectores medios, tanto progresistas como conservadores, y contener el conflicto social evitando la represión.

Un escollo importante a salvar era "neutralizar" las críticas que todos los gobiernos constitucionales desde 1983 en adelante habían recibido por parte de los organismos de derechos humanos, en lo que hace al tratamiento de las consecuencias de la represión ilegal desatada durante la dictadura militar de 1976/1983.

Ya había intentado algo por el estilo Adolfo Rodríguez Saa en su gobierno hebdomadario cuando convocó a la Casa Rosada a Hebe de Bonafini y nombró un secretario de derechos humanos "sensible" al tema.

La operación resultó exitosa, y la cooptación de los organismos de derechos humanos derivó en el apoyo explícito al gobierno por parte de Estela de Carloto y Hebe de Bonafini al mismo tiempo algo impensable hasta entonces.

En ese marco, Kirchner se puso el traje de "jóvén idealista de los años 70", que ahora venía a realizar los ideales que su genración no había podido conseguir.

Esto último era lo inverso de Menem: Mientras que el riojano, había sido "iconoclasta", al abrzarse al Almirante Rojas, convocar a los Alsogaray, alienarse en forma sobreactuada y obsecuente con Estados Unidos, y varios etcéteras mas, Kirchner recordaba aquello que diez años antes se denostaba por obsoleto y contradictorio con la "globalización".

Pero ¿Había cambiado algo en forma sustancial?.

No aparentemente, si no se presta atención en forma exclusiva a lo meramente gestual. Los mismos cuadros del PJ que antes eran Menemistas o Duhaldistas, pasaban a ser Kirchneristas, sus prácticas permanecían, la distribución del ingreso sigue con su tendencia regresiva, la energía y el transporte siguen en las mismas manos, y se reestatiza aquello que abandonan los concesionarios privados.

Hay una postura mas digna en los foros internacionales (ya no se sobreactúa obsecuencia respecto de Estados Unidos, aunque en la práctica se mantienen las relaciones en el mismo plano), y el aperturismo de los años 90, dio paso a una política exportadora aunque basada en las comoditties, y en los productos primarios fundamentalmente.

Pero la alusión a los años 70 parecía otorgarle un "bill de indemnidad" a algunos ex jóvenes de aquellos tiempos, funcionarios de los anteriores gobiernos constitucionales y también de éste, que dado su pasado "glorioso" parecen tener autorizado cualquier presente

Sin embargo, pese al "crecimiento asiático" la crisis de representatividad subsiste y de eso se tratan San Vicente y Misiones.

SAN VICENTE Y MISIONES.

La continua invocación al pasado, sin embargo, parece encontrar un exutorio para regresar.

El secuestro aún no esclarecido de Jorge Julio López, reaviva aquello de los "grupos de tareas", pero cuesta creer que se trate de la mismas gente. Es probablemente alguna mafia del presente, (por ejemplo la policía bonaerense) tomando "prestado" un tema de la dictadura para pasar una factura.El tema de derechos humanos no resulta entonces "pura ganancia", medido en términos de oportunismo político-electoral.

Lo de San Vicente, refleja el grado descomposición de la dirigencia política y gremial. No importa que la consencuencia inmediata sea si Moyano sigue, o si lo reemplazan los nefastos Barrionuevo y Cavalieri.

Esa lucha es meramente por negocios y por un poder acotado en el seno de un organismo que ya no representa a nadie.

Finalmente lo de Misiones y lo de Gualeguaychú actualizan la crisis de representatividad de la clase política. Si se la mide como un mero cuestionamiento al gobierno, o en el caso de Misiones a las "reelecciones" estaríamos errándole al diagnóstico.

El tema es mas profundo, y lo de Misiones refleja que aquello de las encuestas de opinión no es tan fiable.

LA POESIA DEL PORVENIR.

No vamos a recapitular lo que sucedió en Misiones porque ya fue ampliamente difundido por diversos medios.

Lo cierto es que el Obispo Joaquín Piña concitó un amplio frente en contra del proyecto de modificar la constitución por parte del Gobernador Carlos Rovira para lograr su reelección.

Se apeló, como se sabe a toda clase de recursos, desde el fraude mas burdo (los ciudadanos paraguayos con DNI falsos, o los muertos empandronados), hasta los repentinos y misteriosos subsidios de mil pesos para amas de casa desocupadas.

El Presidente Kirchner, también se equivocó al estechar la mano del candidato Carlos Rovira, y pretender atacar a Piña por "izquierda" recordando el papel de la Iglesia durante la dictadura militar.

Mas allá que en río revuelto pesque la derecha y diversas facciones internas del justicialismo, lo que se cuestionó fue el clientelsimo, el PRI tal como señaló Ramón Puerta, a pesar de ser él uno de los mas conspicuos miembros de eso que hoy denuncia.

El PRI, como sabemos, es el partido de la Revolución Institucionalizado de México, que gobernó fraudulentamente ese país durante casi todo el siglo XX.

Este partido que devino una mafia institucionalizada invocaba para legitimarse el "pasado glorioso" de la Revoluciòn Mexicana, y practicaba una política exterior relativamente progresista. Caracterizaba también al PRI una actitud amplia frente a los perseguidos políticos de otros países a los que solía albergar en tierra mexicana.

Pero no obstante este lado "luminoso" fue una máquina mafiosa, que profundizó las diferencias sociales existentes en México, y que constituyó el mecanismo mas "seguro", cuando no el único, de ascenso social en el país azteca.

Desde 1983, el modelo en nuestro país fue el PRI, y a veces algunos miembros desplazados de ese PRI como Ramón Puertas se alinean con lo que circunstancialmente se le opone.

El somentimiento general de la población, desde el desempleado que depende del subsidio, pasando por los profesionales que deben apelar a las "relaciones" para tener empleo en un Estado donde los concursos en general brillan por su ausencia, los empresarios prebendarios, los dirigentes "cooptados" y los medios de prensa extorsionadores, caracteriza este estado de cosas no sólo en las provinicas pobres como Misiones.

En Misiones los derrotados no fueron Kirchner, ni Solá, los ganadores no fueron Macri, ni Sobisch ni Carrió, lo que sucedió fue que el feudalismo perdió una batalla.

En tanto en Gualeguaychú los Asambleístas vuelven a la ruta y la retoman aprendiendo permanentemente de su propia experiencia tal como Marx imaginaba que debía hacerse hace ya más de 150 años.

Se trata entonces de tener los valores de siempre, para buscar la poesía del porvenir. Algo de eso es el propósito de este sitio