jueves, julio 15, 2010

Ganó el azul y el blanco, ¿Cuándo va ser el turno del rojo? (sobre la ley de matrimonio igualitario y otras cuestiones)

Ayer la sociedad (la sociedad digo bien y no el gobierno) ganó impecablemente una batalla.

Nos ereferimos a la ley de matrimonio igualitario que le permite a las parejas homosexuales contraer matrimonio y adoptar criaturas en igualdad de condiciones con las parejas heterosexuales.

Es un impresionante avance de la otrora pacata y conservadora sociedad argentina.

Pensemos que para los que somos de mediana edad, lo que hoy llamamos matrimonio igualitario era en nuestra adolescencia una excentricidad holandesa, y si teníamos ideas de izquierda íbamos a calificarlo de "estupidez pequeño burguesa" como para ocultar la homofobia que nos fue inculcada durante siglos.

Todos aprendimos en estos años y mucho, aunque una parte de nuestra sociedad siga anquilosada en concepciones cavernarias como la Iglesia Católica y muchos legisladores.

Entre estos últimos es especialmente destacable el papel patético desplegado por el salteño Alfredo Olmedo, el rey de la soja en esa provincia, un subproducto político de la movilización del "campo" en contra de la Resolución N° 125, surgido de la "anti política".

Lo de ayer fue un triunfo de una sociedad que madura y que convive con las diferencias.

La Iglesia, experta en perder batallas desde Galileo Galilei hasta el presente, perdió una vez mas, porque quizás su "fortaleza" radique en perder esas batallas en proclamarse "reserva moral" en un mundo "pervertido", en ser esa especie de "museo viviente",en ser justamtne "conservadores".

Esto ha sido un triunfo del azul, la libertad, en un mundo en que se admite (salvo excpeciones) cada vez mas la autonomía del individuo para vivir conforme a sus valores, del blanco, de la igualdad, en un mundo adonde nos encontramos con Jefes y jefas de Estado mujeres, afro descendientes, o miembros de pueblos  originarios, pero que ha retrocedido muchos pasos en cuanto al rojo de la fraternidad, y que va a tener que reconquistar esos pasos perdidos.

De todas formas, muy bien por lo logrado