martes, abril 07, 2009

El país del nunca acabar (los mandatos) (Sobre ciertas actitudes frente al Gobierno y la conclusión de su mandato)

¡Este Gobierno no va a llegar al final !, escuché decir por allí a gente que adopta la postura de "augur" político.


Rosendo Fraga junto a Mariano Grondona, mostrando rostro preocupado, se preguntaban "como iban a ser los dos años posteriores al 28 de Junio", mientras el ilustre Mariano apelaba a la metáfora norteamericana del "lame duck" (pato rengo).


Parecía exagerado eso del "clima destituyente" del que habla el grupo Carta Abierta, pero igual que las brujas "no existen, pero que las hay, las hay".


En este país eso es una vieja película.


Desde 1930 a la fecha, de todos los Presidentes constitucionales, o "semi constitucionales", ninguno terminó su mandato, excepción hecha del fraudulento Agustín P Justo, Juan Domingo Perón en su primer mandato( ya que el segundo no lo completó), Carlos Ménem, y Néstor Kirchner ( que como sabemos no fue por su reelección ya que el segundo turno lo afronta su esposa Cristina Fernández).


Contradice ésto la tradición de otros países presidencialistas como Estados Unidos, en que aún a pesar de agudas crisis, salvo por asesinatos como los de Kennedy o Lincoln, o el impeachment de Nixon los mandatos siempre concluyeron.


Lo mismo sucede en distintos países latinomericanos de tradición Presidencialista.


Aún en Bolivia tradicionalmente inestable y a pesar de un agitado clima social, desde el último mandato de Siles Suazo hasta el presente los términos de los mandatos en general han sido respetados.


En Venezuela, también, desde 1959 hasta la fecha, los mandatos siempre concluyeron, a excepción de la última presidencia de Carlos Andrés Pérez, quien debió abandonar el poder debido al Caracazo, hecho que, como todos sabemos, dio paso a la todavía vigente "Revolución Bolivariana".


Decía el humorista Enrique Pinti, que "ni las dictaduras terminan en la Argentina", ya que en "otros lugares duran treinta o cincuenta años hasta que una rebelión, una guera o la muerte del dictador hace que finalicen, mientras que acá se roban todo y se van a las apuradas (los dictadores)"


La argentina parece una sociedad que no tolera el conflicto, con lo que lo recrea continuamente.

Y es habitual que las mismas usinas golpistas de antes recurran a la remanida frase "¡Así no se puede seguir!".

En mi vida escuché muchas veces ese canto de sirena ( con perdón de los cantos de sirena que suelen ser agradables al oído, mientras que éstos en verdad infunden terror).

Con Illia era muy chico pero creo recordarlo como prólogo de la asunción de Onganía, con Isabel ni que hablar.

Cuando Neustadt y Grondona entre otros fogoneaban las privatizaciones en los 80,o con la hiperinflación, y por supuesto con De La Rúa.

Recuerdo también los presagios catastróficos, desde la "inminente cesación de pagos" con Isabel, cuando la deuda externa del país era en total de aproximadamente cinco mil millones de dólares, hasta aquello de que "nos íbamos a quedar sin Internet" durante la crisis del 2001.

Siempre sucedió igual, los que venían a traer las supuestas soluciones se encargaban de agravar los problemas, pero después de un interludio reflexivo se volvía a la misma mecánica terrorista.

Será por eso que desde el regreso de Perón hasta el presente lo que el electorado suele perseguir es "gobernabilidad", y los candidatos existosos suelen ser aquellos que resultan mas convincentes como "alternativa al caos".

Mientras esto sucede, se va tejiendo un orden cada vez mas caótico para la mayoría que vive la auténtica inseguridad, la del miedo a perder el trabajo, la vivienda, o de caer en la pobreza.

Pero igual que las vícitimas de la violencia familiar nos familiarizamos con la violencia, con esa permanente violencia del establishment.