martes, junio 06, 2006

Miradas ladeadas y linternas rojas (apuntes sobre la cultura organizacional del Estado Argentino)

Que al Jefe siempre estoy listo a servirlo,
lo que el me dice coincide con lo que pienso
(Joan Manuel Serrat- Yo me manejo bien con todo el mundo-1982)
¿QUE SUCEDE EN LOS PASILLOS?
Sucede cada vez que cambia una gestión en la Administración Pública, aquellos que se intuye que están por irse reciben miradas oblicuas, y en lo posible se les retira el saludo ¿Quiénes lo hacen? ¿Sus enemigos políticos? ¿Aquellos que mantienen diferencias personales?. Nada de eso.
Los que hacen eso son los/las que hasta ayer eran capaces de recorrer de una punta a la otra del pasillo para saludar a la entonces estrella ascendente, como si fuera un astro de la televisión, o una estrella internacional del rock bajando de su limousine.
En algún caso, son hasta aquellos o aquellas que eran del entorno mas inmediato del caído/a en desgracia, y que aún mas, hasta fueron favorecidos por él o la hoy devenido/a "mancha venenosa".
¿Quienes son entonces los cultores de esas prácticas? ¿Gente ambiciosa que busca trepar con los nuevos jerarcas?.
Sí, por supuesto, los hay de esos, pero también muchos de los que se encuentran desde el medio hasta el borde inferior de la pirámide.
¿Gente temerosa de ser echada a la calle por la nueva gestión?
Sí, desde ya, pero también lo hace gente de la planta permanente que goza de una estabilidad a prueba de balas, si se la compara con la de el trabajador promedio de la Argentina, hoy en día.
Sucede también en las empresas privadas, pero esta mezcla de frivolidad y feudalismo es aún mas inexplicable en el Estado Argentino.
Y lo es sobre todo, porque el Estado Argentino se ha negado sistemáticamente a profesionalizarse, en una sociedad en la que la preparación media ha sido siempre relativamente elevada si la comparamos con los estándares latinoamericanos.
Max Weber, el gran estudioso de la problemática del Estado, distinguía al Estado patrimonialista, derivado del viejo Estado absolutista, en el que se mezclaba el patrimonio público y el personal, y en el que por ende eran frecuentes la corrupción y el nepotismo, del Estado burocrático, que trasladaba a la administración los principios organizativos del ejército prusiano.
¿Cuáles eran los principios de este Estado burocrático? . La separación entre política y administración pública, la instauración de la carrera y el mérito como principios rectores. No desde ya por una razón ética, sino por una conveniencia práctica vinculada con la necesidad de administrar de manera eficaz a un capitalismo que superaba su fase mas primitiva.
Los Estados europeos aplicaron estos principios a fines del siglo XIX, Estados Unidos a principios del XX.
Brasil, el gran vecino de Argentina, encaró su primer reforma del Estado de corte burocrático o "meritocrático", como diría Max Weber, en el año 1936 (época de Getulio Vargas), esa reforma la completó con otra de tipo mas "gerencial" en 1967, y en la actualidad debate si la tradicional burocracia alcanza para un Estado que debe afrontar los desafíos del capitalismo moderno.
En la Argentina, nada de eso ha sucedido. Con sus mas o sus menos, da la impresión que el patrimonialismo nunca se ha retirado.
Hubo eso sí ciertas acciones, que daban la impresión de querer intentar un cambio, pero todos ellas naufragaron.
En verdad, y en la práctica, se echa mano de ciertas perversiones que implican el ingreso de personal por la vía de las relaciones.
Se trata de relaciones personales, ni siquiera políticas como muchas veces se pretexta (se dice que se trata de una "retribución" a la "militancia" en pago de favores electorales, pero no es ni siquiera ésto).
Todos aquellos que ingresaron mediante el método del conocimiento personal, que sólo en ocasiones implica el conocimiento de la idoneidad laboral del que ha sido contratado, luego hacen piruetas varias para permanecer, hasta que consolidan su posición.
Una vez que la consolidan, terminan transformándose en la "memoria" del organismo, por lo que pasan a ser definitivamente "los que saben", constituyendo de esta forma un burocracia autorreferencial.
Sería injusto atribuir toda la responsabilidad de esta situación a los propios implicados, ya que se trata de un "juego", al que los jugadores se adaptan creyendo que de esa manera sobreviven, cuando en verdad de lo que participan es de una patología institucional.
También sería injusto acusar a este Gobierno, ya que es un fenómeno que se prolonga en el tiempo por "inercia", y que termina siendo constitutivo del sistema político, por lo que se "naturaliza" , y nadie se pone seriamente a pensar en èl, ya que desde el advenimiento de la democracia nunca se pensó seriamente en revertirlo.
Pero a este patrimonialismo que viene de arrastre se le suman otras cuestiones.
Desde los 90 el patrimonialismo se profundizó, a causa de la generalizada desocupación y precarización laboral, y a consecuencia de los efectos destructivos de la "cultura menemista".
En ese punto se le suma a los rasgos anteriores mucho de la frivolidad farandulera. propia del Ex Presidente.
A imágen y semejanza del riojano, predominan las actitudes histriónicas.
Así, el que quiera mostrarse como auditor, mirarará con gesto implacable, y hará comentrios mordaces para poner en evidencia la "corrupción", o la "ineficiencia" de otros, el que quiera mostrarse como un político "sagaz", será falsamente afectuoso con algunos y administrará convenientemente el "saludo" entre sus subordinados, y así de corrido.
Mientras tanto los subordinados precarizados y estables, tendrán la actitud de actores desocupados que concurren a un "casting" o a fiestas de la farándula para ser "vistos" por los Suar y Tinelli de la Administración Pública, y por supuesto, dejarán de saludar a los que descienden en el raiting.

ESPOSAS Y CONCUBINAS.
Un film chino del año 1991 del Zhinag Yimou, con Gong Li en el rol protagónico metaforiza muy bien, lo que hace al manejo del poder, en la forma mas desnuda y descarada.
El film, cuyo título en inglés es "linternas rojas", o "faroles rojos", trata sobre lo siguiente.
En una provinica china, en los años 20, cuando aún en ese país existían importantes supervivencias feudales, una hermosa y jóven estudiante universitaria, es advertida por su madrastra que no puede hacerse cargo de ella tras la muerte de su padre.
Entonces es vendida como "esposa", en verdad "concubina" a un gran Señor, que vive en un gran palacio amurallado.
Ella es la cuarta esposa de ese Señor al que nunca se le vé el rostro.
Cada vez que el Señor iba a pasar la noche con alguna de las concubinas, un sirviente colocaba en la puerta de la habitación de la agraciada los "faroles rojos", que le dan título al film.
La primer concubina es de la edad del Señor, y es la que goza de un pequeño poder, tomando decisiones cuando no está en casa el amo, pero no mantiene relaciones sexuales con él.
La segunda es una mjer de mediana edad, que le ha "dado" un hijo varón, la tercera era mas jóven, bella, y había sido cantante de ópera, era la mas deseada hasta que llegó la cuarta.
A su vez hay una mucama, con la que el Señor también mantenía relaciones, pero no tenía el rango ni de esposa, ni de concubina.
El Señor provoca, entre todas estas subordinadas enconos y odios, que se traducen en el deseo de unas otras de ser mas o menos favorecidas por este poderoso amo.
La señal de las "liternas rojas" en el cuarto, y de los masajes estimulantes en los pies, llenaba de felicidad a la agraciada de turno que gozaba de un efímero poder, y de rencor y odio a las demás.
la situación desatada dará lugar a zancadillas entre las concubinas y aún a la mucama que se irán tornando mas trágicas, conforme avanza el film.
El manejo del poder en el Estado Argentino está lleno de rituales simbólicos y de gestualidad como la de las "linternas rojas" .
CAMBIO CULTURAL.
Llegamos entonces al 2006, pero observamos que estos rituales no desaparecen.
Lo que sucede es que responden a algo estructural y profundo ¿Por qué?
Dice Conrad Castoriadis, que es un error analizar la vulnerabilidad de una sociedad, exclusivamente desde el lado de los mas desfavorecidos, por ejemplo, los desocupados, porque lo que se produce es un contimuo que involucra a una larga cadena que va desde aquellos que poseen buenas remuneraciones y puestos gerenciales, y que temen perderlos, pasando por todos los precarizados, llegando hasta los finalmente desocupados.
De esta forma el clientelismo, no sólo involucra a los marginales a través de la caricatura del "choripán", sino a vastos sectores de la población, incluidos profesionales calificados.
En este contexto, el terror impera, y se produce la fragmentación de los sometidos, que garantiza a los poderosos el ejercicio del poder, y del miedo, de una manera mas eficaz que imponiendo a ambos directamente.
Hoy la década del 90 es ampliamente denostada.
El primero en denostarla es el Presidente Kirchner.
Enfrentados a él están por un lado, los representantes de todos los mas abiertos valores de derecha, que en este punto no interesa analizar.
Dentro de los que están en la vereda de enfrente, existen diversas posiciones.
Algunos consideran que el gobierno actual está haciendo lo mejor dentro de lo posible, y que el entramado de relaciones provenientes del pasado, representan una madeja muy difícil de desenredar, y que la tarea tomará tiempo.
Otros le imputan al gobierno doble discurso, y creen que es la continuación de aquello que públicamente denigra, bajo otro ropaje.
Sea cual fuera la posición correcta, lo cierto y verdad, es que una de las asignaturas pendientes, aunque seguramente no la mas importante, para seputar definitivamente a la década del 90, hace a "pensar" la cuestión del Estado Argentino, a "des menemizarlo" y por ende a "des-feudalizarlo".
Es necesario un nuevo Estado, para encarar una nueva polítca, mas justa y redistributiva en la sociedad.
Es necesario que desaparezcan las "linternas rojas", y que las miradas orgullosas reemplacen a las miradas ladeadas.