miércoles, mayo 05, 2010

El poder detrás del poder


Con la declaración de inconstitucionalidad del indulto que en su oportunidad le dictara Ménem a Martínez de Hoz y so posterior detención, el Drácula de la dictadura militar, el verdadero cerebro y protagonista de la contra revolución cultural que vivió la Argentina tal vez inicie con su procesamiento la demostración de lo que siempre se supo y permanentemente se ocultó: que la dictadura militar fue en verdad cívico militar, y que los uniformados no fueron mas que meros brazos ejecutores de lo que los civiles les encomendaban,

Hubo un antes y un después de este siniestro personaje, perteneciente a una antigua familia virreinal, que siempre vivió en el barrio de Retiro.

El fundador de esa dinastía, cuyo verdadero nombre era Joseph Armiño y adoptó el apellido Martínez de Hoz, vivía allí por su proximidad con el mercado de esclavos, actividad a la que se dedicaba y que sus sucesores no conservaron en las formas, pero si en el fondo y en su espíritu.


Era muy claro que su proyecto no era simplemente económico, ya que si fuera exclusivamente eso no se sostendría, sino cultural.

Recuerdo que este hombre abarrotó la televisión con comerciales que hoy calificaríamos de absurdos, pero que en su momento resultaron ser muy eficaces.

Por ejemplo, había uno que repetía el slogan "mayor producción, mayor bienestar". En ese aviso podía verse a un presunto obrero con "barba" que no dejaba producir y que era expulsado para "el bien de todos".

Por estos días ha sido repetido otro en el que se demostraba que gracias a la "libre competencia" una silla "made in Argentina" se rompía, mientras que una extranjera no se rompía  y quien protagonizaba el aviso se sentaba en ella cómodamente.

Joe, como también lo llamaban, fue muy coherente.

El creía que la "seguridad social" en este país latinoamericano era muy "cara", y que la gente cobraba demasiado.

No se debían, según su criterio, pagar salarios como para alimentar a una familia, sino a una persona. A ese concepto lo llamó "salario de bolsillo".

No privatizó empresas del Estado porque aún no lo favorecía la coyuntura internacional y cierta oposición militar se lo impedía, pero inició las llamadas "privatizaciones perisféricas" con lo que fue tercerizando servicios cuya tercerización era innecesaria para así crear la "patria contratista" con los Techint, los Rocca, los Macri etc.

Un colaborador suyo dijo que el mercado debía decidir si la Argentina iba a producir "acero o caramelos".

Sin embargo en su inmensa hipocresía estatizó empresas como la Winco (la de los tocadiscos) o la Italo ( de electricidad), porque de ambas era accionista y se encontraban en una difícil situación patrimonial.

El inició el monumental endeudamiento del país. Los cinco mil millones de dólares de Isabelita que fueron parte de las excusas esgrimidas para darle el golpe de Estado, terminaron en 45 mil millones de dólares al concluir la gestión de la dictadura.

Con la circular 1050 del Banco Central, consecuencia de su gestión, mucha gente perdió su techo, pero Joe le suministró a la clase media argentina otras zanahorias compensatorias que ocultaban estos palos.

El dólar barato para consumir productos importados ( y de paso destruir a la industria nacional), fue el principal.

Brasil se volvió un destino conocido para muchos argentinos de clase media, también para esa época comenzaron los frenéticos viajes a Miami, aunque Punta Cana era aún desconocido.

No era el turismo de los oligarcas, tampoco el turismo "beatnik" o "hippie" de aventureros de bolsillos flacos.

Era el turismo de cierta clase media que solía volver abarrotada de productos comprados en esos destinos y con fotos de los hoteles que visitaba, antes que de sus paisajes, o de la arquitectura de las ciudades.

Hay un ilustrativo engendro de esa época que retrata bien esa idiosincrasia: Se trata de una película de Olmedo y Porcel llamada "Las turistas quieren guerra".

El argumento de ese film se basaba en un tonto mito del machismo argentino de entonces.

Se creía que las "gringas" eran mas "liberadas" que las argentinas, y se hallaban mas predispuestas a mantener relaciones sexuales.

Según ese criterio se cubrían dos flancos "éticos" de la dictadura: la defensa de la "moralina nacional" (las chicas argentinas no se dejan fácilmente) y la valoración de lo "importado" (las gringas van al frente), todo por supuesto visto desde la perspectiva del "macho" heterosexual.

Joe se encargó de terminar con el país del "empate" entre los oligarcas y el campo popular.

El país conservador en ciertos aspectos, pero solidario y rebelde en otros.

El de las casas con puertas abiertas, el de los pibes jugando en la vereda, el de los mendigos que se veían poco en las grandes ciudades, el de los villeros que eran antes trabajadores humildes que aspiraban a integrarse y mejorar su situación,que marginales con un destino fatal e irremediable, el de los laburantes que si perdían el trabajo, al poco tiempo obtenían otro.

El país de Pinedos y Alsogarays que no llegaban a ser exitosos como deseaban a pesar del apoyo militar con el que contaban, el de la burocracia sindical, pero también el del Cordobazo, el del Mendozaso, el que quería vivir, el de la bohemia nocturna de los bares de la calle Corrientes, porque era posible dejar pasar las horas, el que fabricaba, el que producía, el de los trenes que por pocos pesos nos dejaban en pueblos distantes, el que, como dijo Perón, nunca había visto un dólar, el que no necesitaba tarjeta de crédito para tener crédito, el de pequeños comerciantes y profesionales liberales que contaban con asalariados que fueran sus clientes y que no tenían grandes firmas tan poderosas, ni shoppings que los destruyeran.

Nada de eso se lograba sin sangre y Joe lo sabía.

El como directivo de Acindar ya había reprimido el movimiento de Villa Constitución con Alberto Piccinini al frente que le había pasado por encima a la burocrática conducción de la UOM de Lorenzo Miguel, por eso en la causa Guntheim es lógico que esté involucrado.

El le daba las órdenes a Videla y compañía, y no al revés, pero se cuidaba muy bien de no dejar huellas en los crímenes.

Esa sociedad argentina, sobre todo su clase media, pergeñó la teoría de los "dos demonios".Se auto justificó diciendo que asistía a una guerra entre militares y guerrilleros en la  que no tenía nada que ver, eso después de repetir la frase aquella de Neustadt "algo habrá hecho" cada vez que alguien desaparecía.

Pero no Doña Rosa, no era cosa de milicos, porque a los milicos los mandaban civiles como Martínez de Hoz, y la cosa era contra civiles como usted que perdió el trabajo, la vivienda, la educación, la salud, y sobre todo la dignidad.

A veces las mayorías que han votado a Menem- Cavallo, o a Macri, parecieran olvidarse de todo esto, tan aprendida que tienen esa cultura cuyo mas eficaz propulsor fue Joe y cuyo continuador  y profundizador fue Cavallo.

El anciano que detuvieron ayer no es un simple técnico Doña Rosa, tal vez se entere que es quizás un ladrón, quizás un asesino... Tal vez algún día se de cuenta que ese hombre de 85 años y sus discípulos y continuadores nos han quitado vida