sábado, febrero 06, 2010

El secreto de sus ojos





No es que la designación de Marcò Del Pont en el Banco Central no me merezca ninguna reflexión, ni que  un necesario debate a propósito de la autonomía de ese mismo Banco Central. y acerca de la necesaria reforma de la Ley de Entidades Financieras, la deuda externa  y demás temas de todos los días no aparezcan en mi mente, o quiera olvidarlos:

Pero sucede que recién tuve la oportunidad de ver a la laureada "El Secreto de sus ojos" y no puedo mas que agregar elogios que ya se escucharon y leyeron, que aunque suenen repetidos, esta película se los merece.

Y si no es "la mejor película argentina junto a Esperando la Carroza" como dice la Presidenta, por allí anda y da mucha tela para cortar.

Quien la haya visto sabe a que me refiero, y como creo que somos muchos los que ya lo hemos hecho doy por supuestas ciertas cosas, entre otros motivos para no contar el argumento e invitar a verla a aquellos que no lo hayan hecho.

Es una película que es al mismo tiempo un thriller policial, una historia, o mejor dicho dos historias de amor, y un alegato a favor de la Justicia y de la memoria centrado esta vez en el terrorismo de Estado ejercido durante el gobierno de Isabelita y no durante la dictadura militar.

Y es sumamente importante que toque esa parte de la historia porque alude al "huevo de la serpiente", a aquello que demuestra que los siniestros militares del 76 no bajaron de un plato volador, sino que fueron incubados por una sociedad que no se mira al espejo.

A diferencia de lo que ha sucedido con otras historias, acá no hay por un lado verdugos fríos, y por el otro víctimas apasionadas.

Hay un asesino apasionado y cruel. Su pasión lo lleva a matar y violar a la mujer que desea, o a ser descubierto por seguir apasionadamente al equipo de fútbol que ama.

Hay del otro lado víctimas y "buenos" que en su afán de justicia, violan la ley en mas de una ocasión. violando domicilios y correspondencia en un "allanamiento" clandestino sin orden de un juez, o mediante la utilización de la figura del agente provocador para arrancarle una confesión al imputado como lo hace el personaje de Soledad Villamil, la Secretaria Irene Martínez Hastings, con el asesino.

Ni que hablar de la fría y metódica venganza que planifica y lleva a cabo el marido de la víctima encarnado por Pablo Rago.

Pero hay también una serie de seres humanos comunes, si se quiere mediocres, que un día se atreven a ser algo mejores que sí mismos sin alcanzar la estatura de héroes.

Ninguno de ellos es un militante, pero el país, la política, la lucha los alcanza e involucra a todos.

Guillermo Franchella, quien sorprende con su actuación, es un oscuro empleado, afecto al alcohol que se juega hasta el punto de inmolarse por un amigo frente a esbirros de la Triple A, Soledad Villamil es una chica de alta sociedad doctorada en una Universidad norteamericana ,casi tilinga, que por amor se juega aunque tarda en declararlo, Ricardo Darín es otro oscuro empleado que también se juega por amor, el amor por Irene (Soledad Villamil) y por la Justicia.

Todos se esfuerzan en olvidar pero nadie puede, y ese pasado que vuelve tanto en heridas no reparadas, cuanto en deseos no satisfechos exige cuentas y viene a cobrarlas.

Horacio González en la revista XXIII formula algunas críticas:

Le parece por un lado que un asesino particular no pude aparecer de golpe en la custodia de Isabel, que hacen falta algunas mediaciones.

Del otro le parece que la acción que encarna el personaje de Pablo Rago denota escepticismo respecto de la lucha de los organismos de derechos humanos y sus logros respecto del ejercicio de la Justicia mediante el aparto estatal, al utilizar la justicia por mano propia.

En lo particular me permito discrepar con Horacio González, así no alcance su estatura intelectual.

Tiendo mas a pensar que lo que el guionista Sacheri y el Director Campanella se permiten son licencias literarias con esos episodios, que no pretenden ser verosímiles.

Por todo ésto amigos, a aquellos que no la hayan visto les recomiendo que la vean, y a los que la hayamos visto que la utilicemos como material para la reflexión.

Porque en estos momentos en los que Duhaldes, Mauricios y otros energúmenos recomiendan olvido, es mas que saludable que veamos que pasa con esos cadáveres insepultos de nuestra historia.

Porque al igual que el Benjammín Espósito que encarna Ricardo Darín necesitamos como sociedad reemplazar el "temo" por el "te amo", porque es el amor lo que guía y ha guiado la búsqueda infatigable de justicia