lunes, octubre 19, 2009

Reforma, Revolución y Kirchnerismo


Se está produciendo un curioso debate entre algunos que ven en el Kirchnerismo una forma conservadora mas de gobierno y otros que lo ven como un proceso reformista.
Digamos que en términos marxistas se consideró a la revolución siempre como el proceso por el cual una clase social sustituía a otra en el poder.
 Kautsky daba el ejemplo de la Revolución Francesa. Según ese paradigma en ese proceso histórico hubo un intento reformista con Turgot de ministro del antiguo régimen que no se pudo consolidar. De allí que se haya producido finalmente la revolución.
Marx, en cierta medida, criticaba a ciertos "socialismos utópicos" por estimar que lo utópico era pretender reformar un sistema que consideraba "irreformable".
Luego se produjeron conflictos y divisorias de aguas varias.
Bernstein decía que el "movimiento lo es todo" confiando en un interminable proceso de reformas que humanizaría al capitalismo.
Luego a un lado y al otro de la Primera Guerra Mundial y de la Revolución Rusa se alinearon socialistas y comunistas.
Trotsky tomó un concepto del social demócrata reformista Parvus, la "revolución permanente" para acusar de reformista al stalinismo, y la Revolución Cubana colocaba al reformismo y a la revolución a un lado y al otro de los fusiles.
Finalmente cayó el muro de Berlín, fracasó el llamado "socialismo real", y hoy nos encontramos con un replanteo respecto de lo que define al "socialismo del siglo XXI", según la óptica Venezolana, o la permanente redefinición que caracteriza a los Zapatistas.
Este breve racconto tiene por fin situarnos en el tema y analizar la polémica que se ha desatador alrededor del mismo.
Ya que si bien el debate al que vamos a referirnos sucedió al calor del conflicto con el "campo" desatado el año pasado, refleja las distintas opiniones  que se dan desde posturas "progresistas" o de "izquierda", respecto a la caracterización de este gobierno y a la actitud a a asumir frente a él.
En este orden de cosas el sociólogo Atilio Borón había escrito, hace aproximadamente un año, bajo el significativo título de Burgués sí, pero..¿reformista? una nota en la que se le respondía a otros dos artículos, uno de Eduardo Grüner y otro de José Pablo Feinman, en el mismo diario Página 12.
¿Que es lo que dicen unos y qué responde el otro?
Dice Grüner:
"En fin, no estamos –hay que ser claros– ante una batalla entre dos “modelos de país”; el modelo del Gobierno no es sustancialmente distinto al de la Sociedad Rural. Pero la derecha y sus adherentes ideológicos no toleran la más mínima diferencia de “estilo” con su modelo, del cual creen ser los únicos dueños, y sus primeros benefactores.", decía Eduardo Grüner, pero mas adelante agregaba :"La situación obliga, a todo el que sienta una mínima responsabilidad ante aquella sociedad, a sentar con la mayor nitidez posible una posición. Insistamos: no necesariamente a favor del Gobierno, sino inequívocamente en contra de intentonas que a esta altura ya nadie puede dudar que son intencionalmente o no (pero más bien sí) “desestabilizadoras”, “golpistas”, “reaccionarias”.".

"Los “golpes” ya no son hechos con tanques e infantería, pero no por eso han caducado: la especulación económica, la insidia mediática de las medias verdades y las enteras mentiras, la corrupción verbal de los epítetos clasistas y racistas, la confusión consciente de la parte con el todo –sea a favor o en contra del Gobierno o del “campo”– suelen tener un efecto más lento pero incomparablemente más profundo que los mucho más visibles uniformes con charreteras."
En suma para Grüner el "proto-golpismo" o "neo golpismo" diríamos obliga a una toma de partido no necesariamente a favor del Gobierno, al que caracteriza como "lo que en tiempos menos eufemísticos se denominaba reformista burgués" , sino en contra de este fenómeno, en un escenario que reconoce como una "puja dentro de la clase dominante"

Feinmann concuerda con la nota de Grüner pero le agrega un matiz diferencial. Según su parecer no se estaría frente a dos proyectos sustancialmente similares, sino frente a uno mas "popular", el del gobierno, y otro reaccionario, el de la oposición, y lo expresa en estos términos: "Lo que aquí se juega es un choque entre “lo que hay” y “algo mucho peor”. Entre un gobierno populista, con tendencias a la distribución del ingreso y al intervencionismo de Estado, y la más rancia, la más poderosa, la más represiva derecha de América latina. Es cierto que “a lo que hay” hay que pedirle que sea más. Pero no ahora. Ahora “lo que hay” es, para la derecha, intolerable. Y busca desestabilizarlo, cuanto menos"
Atilio Borón finalmente discrepa con los dos anteriores al no establecer un matiz diferencial entre gobierno y oposición o reducirlo sensiblemente.
Para Borón, luego de destacar con las contradicciones del caso que lo mas positivo de las realizaciones del gobierno se encuentra en la política exterior y en la de derechos humanos realiza una exhaustiva enumeración de cuestiones en las que no habría intentado modificar la realidad herededada, pudiendo, a su juicio, hacerlo.
"Que tenga la osadía de ser un poquito reformista. Y si no hace lo que hay que hacer es porque no quiere, no porque no puede. Y si no quiere no veo la razón para que tengamos que apoyarlo en contra de un fantasmagórico “mal mayor”, espectro invariablemente agitado por quienes quieren que nada cambie en este país y que termina en el posibilismo y la resignación."
Borón no acepta la teoría del "mal menor" ya que según su criterio el "bien" sería el socialismo, pero de todos modos argumenta que el gobierno no sería siquiera "reformista burgués".
Cabe señalar que entre las cuestiones no realizadas por el Gobierno Borón enumeraba la "la modificiación a las leyes de radiodifusión y de entidades financieras", con lo que su análisis en ese punto habría perdido actualidad.

También relativiza el actual poder de la Sociedad Rural frente al de los pooles de siembra.

Este debate de hace un año, igualmente perfila tres posturas genéricas ante el Kirchnerismo:
Una que lo considera como lo mejor de lo que se puede lograr, la otra que lo califica como un mal menor, y la tercera que la ve como parte de lo que hay que enfrentar y derrotar, todas ellas desde la prespectiva de "ésta" vereda, ya que la contraria por razones obvias no nos interesa.

La primer cuestión tiene que ver con aquello de que el "bien" es el socialismo, cuando hoy por hoy existen diferentes variantes de aquello que se puede calificar como tal.
¿Es lo de Cuba, lo de Venezuela, lo de los Zapatistas, lo de Ecuador?, o ¿Es algo aún nunca realizado?
Para no ahondar este debate, digamos que en el actual contexto latinoamericano, y excluyendo el caso de Cuba, podemos trazar la línea de Venezuela y Bolivia por un lado, la de Chile, Brasil y Uruguay por el otro, y la Perú y Colombia por el otro.

Descartando el último caso de gobiernos decididamente conservadores, podemos decir que los otros que se trata de gobiernos que mantienen el modelo heredado con cosméticos retoques o de otros que intentan realizar algunos cambios estructurales.

¿Dónde está Argentina en este contexto?.

En lo discursivo pareciera en el medio de ambas posturas, en la práctica no tan lejos del hoy mimado por el establishment  Lula (del que antes recelaba), con una diferencia. Una política de derechos humanos que se dio ante la intensa movilización de sectores muy activos de esta sociedad.

Ahora bien ¿es ésto lo deseable?

Evidentemente no, la redistribución regresiva del ingreso ha proseguido y es sano que la sociedad muestre disconformidad con ello.

Pero, no hay duda que existe una derecha peligrosa, y que allí no sólo están los pools de siembra.

Biolcati, con sus 70 millones de dólares de patrimonio no es un perejil, así tenga algunas contradicciones con otros nuevos poderosos, y la UIA no deja de cumplir con el rol que siempre ha cumplido.

¿El golpismo terminó en el 83?

Yo diría que asumió otras formas.

Lo del 89 con Alfonsin fue golpismo económico y explica en buena medida lo que sucedió luego con Ménem, lo del 2001 mezcló la legítima y progresiva movilización popular con, nuevamente, el golpismo económico, por un lado, y político-mafioso por el otro.

¿Hace falta que un Gobierno sea el de Chávez para que estos sectores intenten una nueva vuelta de tuerca a su favor? ¿Hace falta que sepamos que tenemos que enfrentar a esos sectores hasta terminar de definir nuestro propio proyecto de país? Es para el debate