lunes, junio 01, 2009

¿Todo es igual, nada es mejor? (De la Hora de los Hornos a la hora de los tontos)














Estuve viendo un antiguo y emblemático documental de Pino Solanas y Octavio Gettino.
Me refiero a "La Hora de los Hornos", de 1968, en donde se pretende ilustrar, bajo el indudable influjo de Frantz Fannon, la situación argentina en el marco del neo colonialismo, denunciando una serie de cuestiones vinculadas con ese tópico, para conluir con un alegato en favor de la "lucha armada" y de la "vía peronista al socialismo nacional".
No me voy a detener en todos los elementos de ese extenso film, sino tan sólo en un aspecto, si se quiere marginal que se evoca en el mismo.
En cierto momento se alude a la penetración cultural.
Se pasan imágenes del Di Tella, de cierta juventud consumista, de cierta oligarquía hedonista e indiferente al sufrimiento de los otros.
En medio de todo ello la voz en off alude a que los mecanismos de penetración cultural (mueho mas eficaces que los ejércitos mismos) siembran el "prejuicio hacia lo propio", "la despolitización", el "escepticismo".
En ese rasgo pretendo determe: "el escepticismo desmovilizador".
Decía Sartre (la cita no es textual) que cierto pesimismo en verdad oculta un optimismo "vergonzante"( no eran esas las palabras, pero sí el significado).
* * *
Siempre surgen en momentos pre-electorales los clásicos "son todos iguales", a lo que se agrega "a mi nadie nunca me dio nada" y otras lindezas por el estilo.
Hay grupos trotskistas que suelen equivocarse, a mi juicio, e interpretan esas lamentaciones como el "descreimiento hacia la democracia burguesa", creen que eso significan que "llegó su hora".
Da la casualidad que esos que postulan el "son todos lo mismo" no suelen votar en blanco a juzgar por los guarismos electorales.
Tampoco lo hacen por los grupos trotskistas que festejan la muletilla a la que le asignan un falso carácter revolucionario, ni por otros grupos de izquierda.
En otras épocas, eso era lo que se afirmaba en los momentos preparatorios de los golpes de estado militares, ya que las Fuerzas Armadas se proclamban como "anteriores a la Patria misma", y por encima de los partidos e intereses sectoriales.
Otro ejemplo característico es el de Carlos Saíl Ménem, voto nunca confesado por grandes mayorías, pero que resultaba efectivo al momento del conteo.
* * *
Hubo en nuestra historia reciente un momento, el de "!Que se vayan todos!", que tuvo múltiples significados.
Era un cuestionamiento a la clase política pero desde diferenes ángulos.
El "que se vayan todos", dio pie a Macri y a Blumberg, por un lado, y a las empresas recurperadas y las asambleas populares, por el otro.
El surgimiento del peronismo también fue precedido por otro "que se vayan todos".
En estos casos se trató de crisis reales en las que vastos sectores manifestaban su voluntad de cambio.
De allí que el escéptico Discepolin de "Todo es igual, nada es mejor" pasó a ser "Mordisquito" (aunque también haya sido autocrítico respecto de ese rol), depositando su fe en el peronismo.
Lo de la década infame era para Enrique Santos Discepolo un momento angustiante.
Su crítica fue una búsqueda, que el creyó concluir en el peronismo.
Cuando el decía que "nada es mejor", es porque entiende que hay algo mejor, que es mejor "un gran profesor" que "un burro".
Y si "no hay igualdad", ni "escalafón" es porque una de las dos cosas debe haber, ya que lo que Discepolin describía era la desigualdad prescindiendo del mérito.
* * *
Pero volviendo al presente, resulta que se escucha el "son todos iguales" cuando el interlocutor siente que no puede sostener su punto de vista en la defensa de Macri, u opciones similares.
Esto es cuando se le desarma, todo su mundo de descalificaciones y excusas exclusivamente depositadas en el matrimonio Kirchner.
En ese caso, quien así procede, no puede rebatir los argumentos que se le interponen porque sabe que lo que se le dice sobre las variantes ultra conservadoras es cierto y lo perjudica directamente.
Pero quiere creer que a él le va a suceder algo distinto.
Es una lógica parecida a la de esos potenciales inmigrantes que creen sus penurias se deben a que viven en la Argentina, pero que en otro contexto (Estados Unidos, Europa), se reconocería su "talento" y sólo podría encontrar prosperidad.
Pero no todo es igual.
El Kirchnerismo puede dejar mucho que desear.
Aún hay 12 milones de pobres y 5 millones de indigentes, y lo que es peor, existe una profunda desigualdad, ya que hay sectores que sí se beneficiaron y mucho con el crecimiento del país en los últimos años, como es el caso del así llamado "Campo".
Pero el Macrismo, o la Coalición Cívica son claramente peores.
Porque a todo lo que está mal no se lo mejora volviendo al FMI, dándole la espalda a Latinoamérica, interrumpiendo el proceso de Verdad y Justicia respecto del esclarecimiento de los crímenes de la dictadura, reprivatizando las jubilaciones.
Con una receta como la anterior los pobres van a ser mas y mas pobres, la desigualdad va a ser mavor.
Por todo lo anterior desde este humilde blog decimos:
Votemos por lo que sea, pero no por esas opciones cavernícolas. Hace rato que pasó La Hora de los Hornos, no entremos en la "Hora de los tontos".
Pero si usted quiere creer...



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