lunes, mayo 18, 2009

Mario Benedetti, un defensor de la alegría



¿Por qué impactan las muertes?

Porque nos hacen concientes de nuestra propia finitud.

Porque nos advierten de como se van muriendo aquellas cosas con las vivimos y crecimos.

Porque así no lo conozcamos se trata de alguien que amamos.

Benedetti fue alguien tan sencillo como para caber en un póster en una canción, en una declaración de amor.

Y fue un gran poeta, porque como dijo su amigo Serrat "lo sencillo no es lo necio".

Fue un humilde y apasionado defensor de sus ideas, que pagó con exilio y con el alejamiento de su querida mujer de toda la vida durante diez años.

Y sin embargo fue un héroe, que comprendió que "la revolución no es el suicidio, sino la vida".

Fue el impecable retratista de las historias de amor que podían suceder en una oficina, como lo demostró en La Tregua, y en eso demostró también que en lo cotidiano había magia.

Fue un hombre de una sola mujer durante la mayor parte de su vida que nos supo enseñar que "una mujer desnuda y en lo oscuro genera una luz propia..."

Fue quien también nos abrió los ojos para mostrarnos que "El Sur también existe", fue quien nos explicó que "cada pregunta tiene su respuesta" y nos dio motivos para cantar.

Fue, en suma, un defensor de la alegría

Aparte del video de la parte superior de este post, transcribimos este poema para recordarlo:

Oh quepis, quepis, qué mal me hiciste(Con y sin nostalgia, 1977)
1. El obrero le dijo al militar progre­sista: “Buenas intenciones tal vez, pe­ro serás mandón hasta la muerte”. El militar progresista le dijo al blanco nacionalista: “¿Querés que te sea franco? Tu reforma agraria cabe en una maceta”. El blanco nacionalista le dijo al Batllista: “Lo que pasa es que ustedes siempre se olvidan de la gente del Interior”. El batilista le dijo al demócrata cristiano: “Yo es­cribo dios con minúscula ¿y qué?” El demócrata cristiano le dijo al so­cialista: “Comprendo que seas ateo, pera jamás te perdonaré que no creas en la propiedad privada”. El socialis­ta le dijo al anarco: “¿No se te ocu­rrió pensar por qué ustedes no han ganado nunca una revolución?” El anarco le dijo al trosco: “Son un gru­púsculo de morondanga”. El trosco le dijo al foquista: “Estás condenado a la derrota porque te desvinculaste de las masas”. El foquista le dijo al bolche: “También ustedes tuvieron delatores”. El bolche le dijo al pro­chino: “Nosotros nos apoyamos en la clase obrera: ¿también en este nos van a llevar la contra?” Y así sucesi­vamente. “Apunten ¡fuego!, dijo el gorila acomodándose el quepis, y un camión recogió los cadáveres

.2. El batllista le dijo al blanco nacio­nalista: “Y bueno, hay que reco­nocer que ustedes han tenido a veces una actitud antimperialista que nos faltó a nosotros”. El blanco naciona­lista le dijo al socialista: “Quizá a mí me falta tu obsesión por la justicia social”. El socialista le dijo al demócrata cristiano: “Yo creo que nues­tras discrepancias acerca del cielo no tienen por qué entorpecer nuestras coincidencias sobre el suelo”. El demócrata cristiano le dijo al anarco: “¿Sabes qué rescato yo de tus tradiciones? Ese metejón que tienen ustedes por la libertad”. El anarco le dijo al prochino: “Pensándolo mejor no está mal que se abran las cien flores”. El prochino le dijo al bolche: “¿Qué te parece si hacemos una ex­cepción y coincidimos en eso de la justicia social?” El bolche 1e dijo al trosco: “Ojalá fuera cierto lo de la revolución permanente”. El trosco le dijo al foquista: “¡Ustedes por lo menos se arriesgan, carajo!” El fo­quista 1e dijo al militar progresista: “No creo que ustedes, como institu­ción, vayan alguna vez a estar del la­do del pueblo. Pero puedo creer en vos como individuo”. El militar pro­gresista le dijo al obrero: “Cuando suene aquello de Trabajadores del mundo uníos, ¿me hacés un lugarci­to?” Y así sucesivamente. “Apunten” dijo el gorila acomodándose el quepis. Entonces los soldados le apuntaron a él. Por las dudas no gri­tó: “¡Fuego!” Se quitó el quepis, lo arrojó a la alcantarilla, y algo descon­certado se retiró a sus cuarteles de invierno.

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