El "Cuento de Navidad" de Charles Dickens es muy conocido.
Tanto es así que diversas versiones cinematográficas así lo han certificado.
Brevemente, y como para recordarlo, digamos que trata sobre la visita que recibe el avaro Scrooge por parte de los espíritus de sus navidades pasadas, presentes y futuras.
Estas visitas lo hacen reflexionar y cambiar su vida.
El Cuento era básicamente una denuncia en contra de la Injusticia Social que en la era Victoriana había generado la Revolución Industrial.
Las dos caras de ese fenómeno estaban allí, próspera por un lado, miserable por el otro.
Parafraseando a Dickens en la limitada medida de nuestras posibilidades, trataremos de ver que sucedería entre nosotros si nos visitasen esos tres espíritus, pero, involucrando no ya a la Navidad, sino a todo el período de fiestas de fin de año.
Lo haremos en diversas entregas, ya que en caso contrario, nos veríamos obligados a escribir un post demasiado largo.
EL ESPÍRITU DE LAS FIESTAS PASADAS.
Igual que Scrooge, todos recordamos con especial cariño las fiestas de nuestra infancia.
Siendo niños, en general, podemos prescindir de todo, del dolor circundante también, en pos de una ilusión.
En nuestro caso, sin embargo, no todas las navidades y fiestas pasadas fueron felices (tal vez habría que remontarse al primer peronismo para recordar los primeros aguinaldos y el tan criticado "pan dulce", pero la gente que vivió eso hoy cuenta con al menos sesenta años).
Hubo, sin embargo, una Navidad que parecía feliz, o, que al menos, era esperanzada.
Se trata de la Navidad y de las Fiestas de 1972/1973.
Todo un país, o la mayor parte, dirigía sus esperanzas a un sólo hombre: Juan Domingo Perón.
La excepción eran, por supuesto, los acérrimos gorilas modelo 55, pero por lo demás habían convergido sectores peronistas y no peronistas en esperarlo todo del viejo caudillo.
Perón había regresado al país un mes antes, y había designado candidato a Héctor J. Cámpora.
No es que no se hubieran producido ya hechos luctuosos. Dos años antes de la vista de Perón los dirigentes Ramus, y Abal Medina, habían sido abatidos en un tiroteo en la localidad de William Morris. Luego lo fuerons Sabino Navarro, Capuano Martínez, Carlos Olmedo, y otros mas.
Perón daba señales contradictorias, yendo a vistar a Stroessner por un lado, y manifestándose a favor del socialismo por el otro, sin dejar de calificar al Che Guevara como un "eminente argentino".
La campaña electoral estaba en plena ebullición. El fenómeno de la JP había estallado, y el horizonte parecía esperanzador.
Sin embargo, si se analiza bien, se advierte que las "esperanzas" eran contradictorias.
La Juventud estudiantil de izquierda, renegaba del antiperonismo de sus padres, y esperaba que el líder hiciese la revolución socialista al estilo cubano, la clase obrera esperaba recuperar los niveles de vida de posguerra, la clase media esperaba que Perón "ordenase" y "pacificase" al país.
Todas esas esperanzas juntas servían indudablemente para llegar, pero ¿servirían para seguir?
OTRAS NAVIDADES DE LOS 70.
Las esperanzas entraron en colisión y así fueron las siguientes navidades.
La del 73/74 fue muy distinta a la anterior. Ya había sucedido la masacre de Ezeiza, y el "Navarrazo" (golpe policial para derrocar al gobernador de Córdoba Obregón Cano, y al Vicegobernador Atilio López).
La Juventud comenzaba a sentir cada vez más la distinacia por parte del antigüo líder, lo que comenzó a agravarse luego del asesinato de José Ignacio Rucci.
La clase media encontraba un país convulsionado, y veía esfumarse la posibilidad de "pacificarlo", y la clase obrera se encontraba con que no se llamaba a paritarias, pero que se disfrutaba de un aceptable nivel de vida, superior al de todos los gobiernos post 55, pero de ningún modo similar al del peronismo de posguerra.
Las Fiestas del año siguiente ya se celebraron sin Perón, con la Triple A iniciando su ristra de asesinatos, con Isabel en el gobierno, con presos políticos y con signos de un giro económico y político hacia la derecha.
En el caso de la Universidad, el reemplazo de Rodolfo Puiggros, por el tristemente célebre Ottalaghano, daba cuenta de la facistización de los claustros.
Mas tristes aún fueron las fiestas del año siguiente.
Isabelita había sancionado la nefasta "ley de prescindibilidad", para dejar automáticamente cesantes a los empleados del Estado.
El interventor de ENTEL, Guillamón, inició la sádica tradición argentina de arruinar las fiestas de fin de año enviando una gran cantidad de telegramas de despido el 28 de Diciembre de 1975.
Entre tanto se había iniciado el "Operativo Independencia" para combatir a la guerrilla en Tucumán.
La siempre obsecuente revista Gente había publicado una nota al entonces Jefe del Ejército y futuro dictador Jorge Rafael Videla titulada "Navidad con Videla en Tucumán".
El brigadier Capellini intentaba un golpe que fue sofocado por las autoridades de las Fuerzas Armadas, quienes iban a dar el golpe definitivo tres meses después.
Balbín llamaba a combatir el "guerrillerisno fabril".
El frente social que había apoyado a Perón se desmoronaba.
La clase obrera padecía el "Rodrigazo", un giro hiper. inflacionario de derecha en la economía del país que fue resistido por metalúrgicos, automotrices, y tod el pueblo de Villa Constitución entre otros sectores.
La clase media se enfrentaba con sus miedos, e igual que ahora en un contexto mas patético, clamaba por "seguridad", "orden" y una "mano dura".
La Juventud era sistemáticamente asesinada o encarcelada, y las organizaciones armadas intentaban una desesperada y suicida acción copando el regimiento Viejo Bueno de Monte Chingolo.
Una insoportable propaganda televisiva mostraba imágenes de soldados en Tucumán durante las Fiestas de Fin de Año, mientras el cantante de voz melosa decía que "iba a luchar contra hombres que odian por no tener Dios".
Esa Navidad no fue felíz, las que siguieron lo fueron menos para algunos, aunque otros padecían de una hipnósis que les hacía aparentar la vida color de rosa.
Continuará...
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