domingo, mayo 23, 2010

Bicentenario



Hoy vamos a hablar de fiesta.

Tuve un raro privilegio, el de ver y estar allí cuando León Gieco presentó excelentes números que uno tras otro se sucedieron en el escenario montado en la 9 de Julio, aunque el final tuve que verlo por TV, ya que al iniciarse la actuación de Gilberto Gil , mi hijita fue derrotada por el sueño a pesar de que inistía en quedarse entusiasmada con lo que estaba viendo.

Pienso en este bicentenario y en el centenario que lo precedió.

Las imágenes que no llegan de aquel centenario son las de la fastuosidad de esa Argentina agraria, opulenta pero represora de los inmigrantes rebeldes, en la que el esplendor "parisino" convivía con la miseria de los conventillos.

Era la Argentina que quería ser "europea" y que negaba cualquier vestigio de "latino-americanismo", la que invitaba a la Infanta Isabel, y reducía convenientemente el himno para que no quedaran vestigios de ninguna "ofensa" a la "madre Patria".

Era la gran aldea que empezaba a ser "gran ciudad".

El tango era clandestino y mal visto por entonces, el folklore no existía en la gran ciudad, el jazz aún no era globalmente conocido, y los pueblos originarios eran "salvajes" "felizmente derrotados" en la campaña al desierto.

Ayer todo era distinto:

Los pueblos originarios ya se habían hecho visibles dos días antes. Vinieron a Buenos Aires con sus atuendos, sus reclamos, y su cultura.

No festejan el bicentenario, ya que la revolución de Mayo a pesar de lo que Castelli o Moreno hiceron en pro de los pueblos originarios, no cambió el sojuzgamiento al que los sometió el hombre blanco, pero sienten por primera vez en mucho tiempo que la "Argentina porteña y europea" los recibe y los reconoce.

León presentó a un excelente grupo de arpas paraguayas, a otro muy buen grupo colombiano, a lo que se sumaron los eternos y esta vez impecables Vox Dei sonando de a ratos como Eric Clapton en Cream al improvisar sobre los temas de la Biblia.

También estuvieron las inmejorables actuaciones de Victor Heredia, Los Jaivas, Jaime Roos, Gilberto Gil, Pablo Milanés y el propio León.

Ese "mundo pequeño" que es un pañuelo es quizás nuestra identidad actual, con la salvedad del tango que no estuvo presente allí..

El rock dejó de ser anglosajón, Los Jaivas nos trajeron a Neruda y los ecos de las Alturas de Machu Pichu, la inmgración estuvo presente con Jaime Roos (los olímpicos) y León (de igual a igual), la lucha anti dictatorial con Vicitor, las capacidades diferentes con Mundo Alas, el Brasil con Gilberto Gil y el reggae de Bob Marley  que también sonaba nuestro, y Pablo Milanés que nos recordaba que este aniversario era latinomaricano y que "pisaría las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentada"

Todo lo nuestro , lo que nos aflige y lo que nos alegra estaba allí, porque como dijo Augusto de Franco, "si globalizas, localizas", por lo que esto fue una muy buena forma decir "somos nostros", "así nos presentamos ante el mundo".