Hace un par de años escribí una nota recordando los momentos finales de Néstor Kirchner.
Decía esa nota que había sido alguien que resultó ser mejor que si mismo, que su propia historia. Eso parecían testimoniar sobre todo sus momentos finales.
Distinto es el caso de Hugo, el gran presidente venezolano, el que reinstaló aquello del socialismo que el llamó "socialismo del siglo XXI" en su propia patria.
Pero hay algo que lo trasciende, algo que demuestra que Hugo fue alguien que como diría Alí Primera "murió por la vida" y que por eso "no merece llamarse muerto".
No voy a recapitular su transitada biografía, su veneración por Zamora y por Bolívar, su descubrimiento del Che, su relación simbiótica y filial con Fidel. Otros lo han hecho con mas maestría y decisión que yo.
No voy a recordar tantas cosas recordables, otros lo han hecho y lo harán mejor que yo por estos días.
Voy a recordar algo que merece ser recordado aquello de Mar del Plata, aquello de mandar al Alca al verdadero "carajo".
. . .
Años antes ya me llamaba la atención Hugo Chávez.
Cuando el apareció, luego del caracazo, en aquella rebelión de 1992, cuando todo parecía perdido, me parecía algo así como un "carapaintada". No surgía de eso, un acto de arrojo, de valentía, sim embargo, no se sabía cual era el contenido de aquella feroz asonada.
Fue después en 1998 cuando se dio su asunción, cuando anunció la nueva constitución, contra aquella otra surgida del pacto de puntos fijos.
Recuerdo si un reportaje a quien parecía por entonces su principal ideólogo. Me refiero a José Vicente Wrangel, quien respondía que el Estado no debía ser ni el "elefante fofo" no un "mosquito", sino un atlético tigre que mantuviese "a raya" al mercado,
Se me ocurría allí estar frente a un seguidor de Anthony Giddens pero me llama positiva mente la atención será un reportaje televisivo de algún tiempo después.
A eso sigue el golpe, o el intento de golpe, de 1992 y la reacción de la embajada argentina, confundida ante la reacción de Duhalde, que de las "relaciones carnales" había pasado a una postura que parecía mas independiente
Fue memorable el discurso de "resurrección" al "tercer día", pero insisto, es Mar del Plata lo que llamó mi atención.
***
Unos días antes había comenzado un pequeña campaña del periodista "zeziozo" Marcelo Bonelli con el acompañamiento musical del dúo Juan y Juan con aquello de "Que Lindo que es estar en Mar del Plata".
Su insistente prédica en días en que aún no se había iniciado el conflicto con Clarín era respecto a la creación de una "zona de exclusión" de la que se exceptuaban a parte de funcionarios mayores y menores a los habitantes de la zona que debían dejar sus datos.
Afortunadamente nada de lo que el dominador de las "zetas" pregonaba se cumplió pero durante algunos días ocupó la pantalla y los medios en general.
Llegué a Mar del Plata. Yo en micro. El tren que viajaba a Mar del Plata llevaba a otra gente:
Emir Kusturika, Diego Maradona, y otros mas.
Todos se iban a juntar en el estadio mundialista de Mar del Plata. Allí se iba escuchar su voz vibrante, la voz de Hugo Chávez.
. . .
Algún amigo que estará leyendo la nota comprenderá que los dos ambientes del departamento de mi suegra no alcanzaba para alojarlo, así que desde ya le pido disculpas.
Pero volvemos al estadio:
Comenzó cantando Silvio Rodríguez
Silvio no es en estos momentos popular en Cuba, pero sus canciones oradan el espíritu de vastos sectores del público.
No era el Silvio que estábamos acostumbrados a escuchar, pero era Silvio, de eso no había ninguna duda.
Luego vino Chávez, rodeado de Maradona, de un Maradona de 45 años que contrastaban con los 52 del líder que, sin embargo, comenzó a bromear que tanto él como el ídolo futbolístico "estaba hecho un pibe".
Prosiguió con las bromas en algo que comenzó a parecer un encuentro humorístico hasta que se adentró en lo profundo
Así recordó aquello de "Alca, alca, alcarajo" y comenzó a historiar eso de la mágica palabra socialismo.
Socialismo era una palabra que hacía mucho no se escuchaba y ya no era por boca de un dirigente oportunista que se dirigía a una multitud compuesta por "militantes de la Fede".
No, en absoluto, el socialismo no resultaba "taquillero" y hacía rato, desde 1989, por lo menos,que daba vergüenza nombrarlo.
El hombre se entusiasmo y enfatizó recordando aquella canción "El muerto vivo" que "el socialismo no estaba muerto, estaba de parranda" y lo repitió varias veces entusiasmando a la multitud, una multitud compuesta de pobres y no de estudiantes.
Su extensísimo discurso se prolongó y recordó hasta los mismísimos EEUU, esos de Kennedy, De Roosvelt, esos que el había tenido la oportunidad de ver, que compartían el espíritu de lucha, al menos en New York, esos que por breve tiempo también yo tuve la oportunidad de ver.
La exhortación final de Chávez no pudo ser menos emblemática:
¡Estudien! dijo, aprendan, nunca los van a dominar si eso sucede.
No concluyó allí todo lo que iba a suceder
* * *
La zona de exclusión seguía siendo de exclusión.
Algunos podíamos circular por las afueras.
La avenida Libertad se convirtió en una audaz batalla de desaforados contra los cajeros automáticos, desaforados de Quebracho fundamentalmente.
No sabía exactamente lo que sucedía, sólo algo de lo que comentaban.
Hablaban de Chávez haciendo el gesto de "cerrar el grifo" de Néstor dándole la palabra a Chávez que no terminaba de hablar, de Lula, de Tabaré Vásquez, de Nicanor Frutos, de Bush desorientado mientras musitaba algo sobre el Alca.
Cuando la tarde caía la vi a Cristina bajando de un automóvil y saludando a la distancia en un gesto hollywoodense.
Los mozos contemplaban, saludaban.
Repentinamente Bush y Condoleza se retiraban fastidiados, parecían resignados, derrotados, por primera vez en años.
En el Havanna, frente a la rambla nos sentamos a tomar un café con un amigo.
Enfrente, o mejor dicho, al lado nuestro, las entonces diputadas María América González (la del rinconcito de los jubilados) y Alicia Castro.
Ambas nos dirigían la palabra como sendos compañeros que venían a militar por la vida.
La mirada de Alicia Castro realmente me sorprendía. Cuando le dije lo de socialismo de esa mañana , ella me respondió: "Pero los venezolanos hablan del socialismo del siglo XXI".
Es seguro que a ese socialismo, el socialismo de hoy en día, se refería Hugo Chávez.
Hacia la noche el entonces canciller Rafael Bielsa se dirigía a uno de sus colaboradores y le decía "¿Vos te creés que Chávez va a abandonar una de las 17 estaciones de servicio en USA de PDVSA?" Seguramente no, pero eso no le quitaba dignidad a su gesto, que no fue suyo sólo, que involucró a Néstor, a Frutos, a Tabaré Vázquez, pero que tuvo en él y en Néstor los impulsores:
***
Fuimos a cenar esa noche.
Era un lugar lejano, uno de esos hermosos lugares que nos brinda Mar del Plata fuera de temporada.
En ese lugar un diplomático me explicaba su extraña teoría de las diferencias entre la raza negra Nilo Sahariana (Imán la mujer de Bowie por ejemplo) y la raza yoruba por ejemplo.
Decía que la pequeña diferencia de clima entre Montevideo y Buenos Aires explicaba la diferente suerte que corrió la raza africana a uno y otro lado del río.
El alcohol seguro habrá tenido algo que ver, lo que recordaba era aquello de que el "socialismo no estaba muerto, estaba de parranda" y que el "Alca" "alcarajo"