A los argentinos siempre nos ha parecido que el vecino es mejor, o viceversa que somos mejores que cualquier vecino.
La segunda sensación suele dar paso a la primera, y en esto no hay un distingo entre las distintas ideologías.
El argentino medio, el del "deme dos", suele creer que el primer mundo es lo mejor, y que si de acuerdo a sus expectativas no le va lo bien que el supone que le debería ir, eso no sucedería en el "primer mundo" adonde marcharía dispuesto a trabajar en aquello en lo que jamás trabajaría en la Argentina.
Pero también eso sucede en la cultura de "izquierda" y los ejemplos sobran.
Uno de ellos era, ponderar lo "concientes" y comprometidas que eran las sociedades uruguaya y chilena, a diferencia de la nuestra.
Lo de Uruguay se forjó sobre todo en los años 90, cuando a diferencia del fevor privatista argentino, nuestros vecinos rechazabas los intentos privatizadores en sucesivos plebiscitos.
Sin embargo, los uruguayos, una y otra vez se pronunciaron por anmistiar a sus represores, lo que, si bien nunca fue objeto de una consulta popular en la Argentina, encuentra entre nosotros un profundo rechazo.
Lo de Chile, se derivaba de la experiencia de la Unidad Popular de Salvador Allende, y se profundizó en épocas de ambas dictaduras cuando aquí suponíamos que al otro lado de la Cordillera se resistía a Pinochet de forma mucho mas digna que como se lo hacía entre nosotros con Videla y sus secuaces.
La realidad, como siempre, demostró otra cosa.
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Tuve una primera aproximación hacia 1987 en el Luna Park en un acto del exilio chileno con la participación de artistas argentinos.
El público estaba compuesto por militantes de la Federación Juvenil Comunista, entonces en proceso de revisión de su "reformismo" de los años 70, (o con un culposo setentismo tardío), y miembros del exilio chileno que conservaban la foto del momento del golpe de estado, con el lógico encono que guardaban por las figuras de la Democracia Cristiana.
César Isella, devenido por entonces filo alfonsinista, recibió una silbatina que casi le impidió ser escuchado, y lo propio sucedió con otros artistas, pero la mayor silbatina de la noche la cosechó el dirigente demócrata cristiano Jorge Lavandero.
Lavandero no pudo pronunciar su discurso interrumpido por los abucheos.
Al final del acto, que se cerró con un discurso de Hortensia Bussi de Allende (Tencha), la viuda del ex Presidente le reprochó a la concurrencia su presunta "actitud sectaria".
Decía Tencha que su marido se caracterizaba por lo "amplio" y por lo "jovial", por lo que hubiese reprochado la actitud de la concurrencia, agregó luego el carácter de opositor a la dictadura de Lavandero con la publicación de su revista "Fortín Mapocho".
La reacción para un público al que aún le resonaba aquello de "Chile, Chile, Chile, arriba los fusiles" con el que los exiliados miristas, y los pertenecientes a la juventud del PS chileno en general, chicaneaban a los PCs de ambos lados de la cordillera por reformistas, resultaba sorprendente.
De escuchar a nuestros amigos de la izquierda chilena, muchos hubiésemos creído que los partícipes de la Unidad Popular se estaban autocriticando el haber sido "demasiado blandos", en su oportunidad, pero eso no era lo que transmitían las palabras de Doña Tencha.
Mientras aquí se seguía viendo el documental de Miguel Littin, clandestino en Chile,se ponderaba al Frente Patriótico Manuel Rodríguez, o se recordaba el papel de la Democracia Cristiana en el golpe de Pinochet, algo distinto estaba sucediendo, y no se alcanzaba a percibir.
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Lo "nuevo" se verificó dos años después, fue la coalición entre demócrata cristinaos y socilalistas para el referéndum del No.
Esa coalición impensable entre el otrora marxista Partido Socialista Chileno y la pro-golpista Democracia Cristiana se hacía realidad.
La razón arguüida era la "unidad" frente a la dictadura, de la que se aceptaron casi todas las imposiciones que había establecido para la "transición" democrática, calificada de "ejemplar" por las diversas usinas mediáticas internacionales, ni que hablar de las nuestras.
Varias cosas habían sucedido para que esta realidad fuera posible:
El movimiento sindical fragmentado hacía imposible toda resistencia obrera, la otrora combativa izquierda radicalizada de Chile había quedado reducida a una expresión mínima si se la compara con sus stándares históricos, la burguesía trasandina era poderosa como nunca antes lo había sido, pero aparte de todos estos palos había algunas zanahorias.
Un "Chicago boy" rubio era presentado como el autor de un "milagro económico", se trataba de Hernán Büichi. alguien con aspecto de ex hippie al que apodaban el "ministro banana" porque solía replicar "plata no" cada vez que le pedían un desembolso".
Ese personaje, objeto de la admiración de Neustadt, produjo un cambio cultural precedido por una fabulosa crisis y represión que llevó, entre otras cosas al comienzo de la década del 80 a Chile a los dos dígitos de desocupación y al 42% de pobreza.
Luego de la extorsión que significaba el desempleo, el empleo precario y sumamente flexible que lo reemplazaba, permitía hablar de apenas un 5% de desocupación.
La falta de acceso, por lo caros, a servicios esenciales como la salud o la educación, hizo que el anhelo por disfrutar de ellos fuera suplido por los consumos baratos de electrodomésticos, ropa, artefactos tecnológicos y aún automóviles ( una de las célebres frases de Pinochet era "en el futuro todo chileno va a tener un automóvil").
Era el resultado de utilizar el crecimiento para paliar la "pobreza extrema y focalizada" , combinado con una gran desiguadad, en definitiva aceptada por gran parte de la población que compró el credo consumista
Recuerdo a Patricio Aylwin, luego electo Presidente, el día del triunfo del No dicendo que "en el 73 había que cambiar las cosas porque había mucho desorden", pero que ahora era tiempo de "democracia".Los socialistas no sólo hacían silencio ante esas afirmaciones, que en definitiva justificaban la destitución violenta del gobierno que habían presdido, sino que también formaban con Aylwin y los otros demócrata cristianos la Concertación, "resapetando" todas las trampas institucionales de la dictadura que incluían la creación del cargo de "Senador Vitalicio" para Augusto Pinochet.
Valga como anécdota destacar que gracias a este diseño el Ejecutivo se desempeñaba en Santiago y el Legislativo a 200 kilómetors en Valparaíso, hermosa ciudad que fuera en otro tiempo refugio de piratas, pero que en ese tiempo había pasado a ser el hábitat del ex dictador a prudente distancia de cualquier eventual protesta callejera.
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Casi diez años después viajé a Chile.
Se trataba de una Semana Santa, en un plan que, convertibilidad mediante, nos resultaba a los argentunos sumamente barato.
El hospedaje era en un muy coqueto Appart Hotel "inteligente" en el lujoso barrio de Las Condes.
El tour incluía un guía turístico que con la misma obsesiva persistencia que solían tener los militantes de izquierda de otro tiempo pretendía aleccionar al contingente acerca de las "virtudes" de Pinochet y su modelo.
El tema de Pinochet era practicamente excluyente, y aunque nadie lo preguntase el hombre se las ingeniaba para sacar el tema e iniciar su prédica.
El fanatismo del hombre era tal que se resistía a llevarnos a Isla Negra a ver la casa de Pablo Neruda, y, cuando de todos modos se hizo por la insistencia del contingente pidió que por favor nadie se enterase.
El asunto es que el guía no fue el único militante "pro- modelo" que me encontré.
Un taxista que me llevó al Alto Las Condes me decía orgulloso "Tenemos el Shopping mas grande de Latinoamérica", lo que da una pauta de adonde se había depositado el orgullo patrótico.
La defensa de las "Unidades de Fomento" , un título público inventado por el "modelo" para la adquisición de viviendas y de otros instrumentos del modelo económico como materia de, insisto, "orgullo patriótico", daba la pauta de lo que había sucedido.
Cuando se veía la televisión a uno le parecía, salvo por el detalle del color, encontrarse con el Canal Volver pasando programas de comienzos de los años 60.
El canal de la Rock and Pop, por ejemplo, estaba en realidad mas cerca de Soldán que de Pergollini, y los curas invadían menos ese todos los canales como una presencia permanente y persistente, seguramente exagerada por la fecha.
La toponimia de Santiago (que no ha cambiado) también daba la pauta de lo que había sucedido.
La autopista por la que se accede desde el aeorpuerto a la Ciudad se llama "Escrivá de Balaguer", nombre del fundador del Opus Dei, y la principal avenida de Santiago se sigue llamando 11 de Setiembre, fecha del golpe de Estado
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En la década siguiente volví a Santiago por una cuestión de trabajo.
Gobernaba Lagos y Bachelet se perfilaba como su sucesora.
La sociedad había cambiado un poco, aunque no demasiado
Había menos curas, el divorcio se había aceptado, las parejas eran mas demostrativas en las calles, y hasta los gays comenzaban a exhibirse desafiando el pudor existente hasta ese momento.
Pinochet, por otro lado, ya no era tan intocable, pero lo que había decepcionado del "Tata" eran los hechos de corrupción que se habían descubierto, como si las torturas y los asesinatos fueran perdonables.
Pero también se escuchaba una queja recurrente "hablan mucho de derechos humanos pero no se ocupan de la economía".
Eso aparentemente tuvo dos consecuencias:
Por un lado el resurgimento de una izqueirda que parecía sepultada pero que siempre fue tradicional en Chile.
Algo de eso hay en el discurso de Ominami y en la buena performance del PC y en esto que afirmaba el periódico El Chileno antes de la segunda vuelta
"Ahora bien, la Concertación es la principal responsable del eventual regreso al poder de los sectores más reaccionarios del país. La popularísima Bachelet corre el riesgo de terminar su mandato entregándole la banda presidencial al representante de quienes acabaron con la vida de dos presidentes, de dos comandantes en jefe de las FFAA, de varios ministros, de muchos soldados, de miles de ciudadanos, y de paso con la democracia y los derechos humanos. ¡Bravo presidenta! Felicitaciones a la Concertación."
Del otro lado, la deserción por izquierda y la decepción del voto centrista llevan invetiblamente a la derecha mas derecha ( ya que la Concertación también es derecha).
Y para terminar destacamos lo siguieten:
Han sido Presidentes por la Concertación los hijos de dos asesinados por el régimen de Pinochet; Eduardo Frei, y Michelle Bachelet, sin embargo nunca dejaron de caminar por la Avenida 11 de Setiembre para ir al Palacio de la Moneda, y Jorge Laavandero, aquel que había sido silbado aquella noche fue luego preso después de haber abusado del hijo de su Ex pareja, hijo también de uno de los integrantes del grupo Inti Illymani.
¿Cuales son las "continuidades" que habría que "respetar" de la que suelen hablarnos los medios?
Ah y los argentinos no somos ni mejores ni peores que los vecinos ni que nadie